domingo, 26 de agosto de 2007

dos orillas



Desde mi orilla,
el sol acaricia cada tarde el mar que nos une y nos separa,
los barquitos se duermen mecidos por un vaivén de vals,
por un baile tranquilo que pica en el corazón más que en los pies.
Desde mi orilla,
uno mira al mar con catalejo
buscando una razón allá,
en la línea que deshace el camino recto
en una curva infinita de mujer.
Todos parten desde mi orilla:
los peces, los pescadores, los sueños,
los buscadores de fortuna, los que no tenemos ya un sitio a donde ir.
La nostalgia vive en esta orilla,
una melancolía maldita
de no haber aprovechado la última nave que partió a buscar el infinito,
allí, en tu orilla,
en tu bendita orilla
donde arriban cansadas las semillas,
los hombres y los náufragos
que, después de haber dado tumbos y tumbos por la vida,
olvidan el tiempo, como deshaciendo pieza a pieza un reloj de sol,
de ese sol que se marchaba cada tarde
a buscarte en la otra orilla.

soneto (porque sé hacer sonetos)

Sigo sin existir, y tu recuerdo
es una especie rara en extinción,
y empiezo a someter a votación
canjear a este loco por un cuerdo.

Sangre de otro cerdo, derramada
de mi lista interminable de epopeyas,
calvarios de camino a las estrellas
que acanallan el ritmo de mi espada.

Licor de hada, tumba de mis caricias,
novia de lo imposible, líquida ternura,
candado del jardín de las delicias,

en tu lomo columpio la premura
con que aguardo en el viento tus noticias
deshojando la flor de mi locura.

martes, 21 de agosto de 2007

sustracción

Me llevo tu sonrisa
como un ladrón de bancos.

mensaje en una botella



Un antes y un después perdido en algún golpe allá adelante.
Un río que me lleve, corriente aparte, hacia el mar.
Un signo caído que indique el centro de tu nombre.
Un mapa en las constelaciones de tu reino.
Una llama de bengala incandescente.
Un encuentro casual con la fortuna.
Un as de corazones.
Una huella segura de sí misma.
Una rama del árbol de la fruta prohibida
talada por tu cadera en su órbita bailante.
Un juicio inequívoco sin testimonios ni testigos.
Una prueba irrefutable de tu estancia.
Un DNI repleto de puntos suspensivos
para llenarlos cada día sabiamente.
Un tatuaje en la línea de mi mano.
Un resumen que ME explique.
Una botella bebida a tu salud
hasta el gusano,
vacía para meter en ella todo esto,
taparla,
perderla,
y encontrarla más tarde
alla adelante.

sin respuesta

Sin respuesta
espero un verso más,
1000 latidos,
15 cigarillos,
200 idas y venidas
a tu página web y mi buzón,
vacío como una cueva prehistórica.

Al alba habrá dibujos en las paredes
y hablarán de tu silencio.

viernes, 17 de agosto de 2007

evolución



No sé porqué me quieres
tú,
si soy evolutivamente imperfecto,
un desecho,
la primera combinación de genes inviables que deberías olvidar.
He estado en los pastos,
en las carreras hacia la permanencia,
en la calma que precede
al rito, siempre bien tejido e injusto de la selección,
y no ha habido un solo atisbo de ritos
que se parecieran a una luna propicia,
al cántico inventado por los nuevos machos.
Soy demasiado viejo para aprender, y para tantas cosas...
Soy demasiado bajo, y feo, y demasiado incoloro,
y la noche se clava en mis pupilas
como un paseo por el monte calvario.
Así que ya no me esfuerzo,
asumo una condición de ser porque sí,
porque en alguna forma de vida deben estar
los genes inadecuados,
las largas noches de invierno,
lo que otros mejores no sienten ni son,
las lágrimas de una especie...
No tengo estrategias que me justifiquen,
y tú, sin embargo,
inexplicablemente,
me quieres,
sin creer en un dios, ni en nada
ajeno a la verdad de la vida.

Es todo tan inútil.
que me da ganas de hacerlo,
sólo
para que la evolución
siga su curso,
y no descanse sin sentido
en mi remanso.