Mis labios sirven para algo
de nuevo, de repente, de noche.
Ya no inventan metáforas
ni llenan de saliva, de reproches.
Mis labios son, por fin,
una espada en mi mano,
no un escudo de fieltro lisonjero,
son la raiz de árbol humano
que te habla.
.
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lunes, 28 de julio de 2008
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