No sueño. No duermo.
Se me rompen los labios
como frágiles mensajeros de palabras ausentes.
No seré Hamlet porque no sueño.
Veo una ninfa, un reflejo enmarcado en roble
y me desmayo con mi esperanza en los brazos,
evidente cual mosca en un talud de nieve.
Me alimento de instantes y reflejos
que mastico sin sueños
porque no duermo.
Se me pasan las horas congelado
y roto en mis labios rotos.
El invierno ha huído para todos
y se refugia en mi casa como un exiliado impertinente.
Lo tolero y no duermo.
Los ojos oscuros de las calaveras esperan
a llenarse con mis lágrimas.
Cerceno los brotes de ternura
en una noche interminable.
Supongo,
ya sólo supongo
que Ofelia me espera bajo el agua.
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