La palabra y la línea me esperaban,
como la vieja parábola aprendida.
La luz, prendida en la alborada,
recuerdo de tiempos peormente valorados,
tu dibujo de vaivenes, el andén vacío,
la avalancha de dioses y dudas,
el concierto ecléctico de mis carencias,
la quietud pelada del invierno...
...
vienen de nuevo de visita a recordarme
que estoy solo hoy, ahora,
en la hora del recuerdo varado
en la arena del reloj que tumbo esta noche.
Humanamente saciado de mí mismo, pero solo.
Echo tanto de menos
que la ausencia es un estado con blasones y bandera,
un ánimo en el limo del presente...
presente simple,
pasado compuesto,
futuro... condicional,
si alguna vez
salgo de esta prisión ingrávida, inconforme,
en la que todo falta porque alguien falta.
Le pongo nombres.
Hago una galería de museo con los nombres.
Visito mi arcilla, castigada
con orografías conocidas, imaginadas tantas veces,
inalcanzablemente soñadas.
Me releo.
Todo es un todo, un recuerdo,
una visita, una añoranza,
un hablar de Eva y sus manzanas todavía,
un todavía triste todavía.
Senectud temprana de cisne entre los patos.
El deseo me maltrata.
Soy dueño de un perro de nombre amargura,
de olor recalcitrante
y huesos astillados en mis huesos.
.
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2 comentarios:
¡¡¡qué alegría volver a leerte!!! Que bonito escribes.
Besos guapisísimo
besos para tí, anónimo lector/a
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