Hoy, sin venir a cuento, he transitado por un par de recuerdos. Inconexos. Nada en común, salvo que ambos han venido hoy a verme. El primero es un antiguo leid motive: "Es reconfortante ser actor, pues te permite ser una persona distinta de ti misma durante al menos un par de horas". El segundo es un cachorro de perro que tuve cuando era pequeño. Cuando sentía ganas de llorar iba hasta donde estaba tumbado y buscaba una especie de consuelo o comprensión que, para ser sincero, nunca supe si era lo que me devolvía con su irracional mirada perruna.
para qué coño quiero un psicoanalista....
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sábado, 9 de mayo de 2009
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