jueves, 27 de noviembre de 2008

presagio

He sentido el presagio de un instante imposible,
veraz, sólido y ecléctico como un interruptor del alma,
y no llevaba a ningún sitio.

He visto una puesta de sol ponerse de largo
dieciocho primaveras, veinte, no sé cuantas,
sin vals, ni invitados, ni velas que se apagan.

Tengo el olor del gas de la tragedia metido
en las últimas neuronas del deseo,
y luego, una paz inerte de roble,
de funeraria sin esquelas.
La estantería llena de libros sin leer,
de fracasos sin compromiso,
de ser y no ser de calaveras.
Me corre por las venas aceite de veletas
fabricadas en tierras sin viento y sin destino.
Tu paso se acerca y se aleja, y no te mueves.
Los planetas están en punto muerto,
esperando a girar en la glorieta de la vida.
El piano escondido en la escalera suena
al agitar constante de los dados,
sin marcas, ni números, ni muescas que decanten
la suerte como el vino,
ni apuestas, ni billetes a destinos conocidos...
.

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