martes, 16 de octubre de 2007

mala fortuna

El dolor físico es un síntoma de estar vivo.
Una buena caída,
un esfuerzo supremo en pos de un objetivo,
un incidente fortuito y cotidiano
que desploma una fuente de heridas reales sobre
el que uno creía un mustio cuerpecito
frágil y propenso al infarto,
son, sin duda,
bendiciones
para tomar conciencia
de la máquina perfecta que uno maneja 24 horas al día,
de la vida desenfocada que uno vive,
del manto lunar que uno se echa cada noche
por encima, sobre la cama
vacía y desnuda
del insomnio.
La mala fortuna es, intrínsecamente,
transitoria
y el dolor pasa
como pasa un barco dibujando la línea del horizonte,
tan lento y paulatino,
que uno pensara que no va a desaparecer nunca.
La pregunta es
si eso que me acosa bajo las uñas,
bajo el momento inadecuado de soledad que cultivo
con esmero cada día,
bajo la última prenda que conoce mi secreto de piel y sentidos,
es mala fortuna
o un azogue pegado para siempre
en el envés de mi alma,
o de eso parecido al alma
que porta mi nombre
cada día.

miércoles, 10 de octubre de 2007

inestabilidad

Altas presiones, lunas llenas, descanso sin descanso,
hoy he leído
que científicamente
el mal de amores
provoca
enfermedades cardiovasculares.
Hemos esperado siglos de corazones rotos
para ponerlo finalmente
negro sobre blanco,
y creer,
a pies juntillas,
en el dolor incesante del costado,
en el marcapasos rutinario que nos salve,
en el by-pass de la mañana en cama ajena.
El horóscopo me advierte que
irremediablemente
nada va a cambiar esta semana,
que la inestabilidad
ha hecho trincheras en mi signo
y que seguira sangrando a ratos
esa cicatriz mal cosida
de un músculo que añora taquicardias.

domingo, 7 de octubre de 2007

atractivo

Mi blog es feo.
Ese órgano, llamado cerebro,
donde los científicos decimos que reside el amor,
no me da, de momento,
para alardes informáticos,
links, videoposts o músicas que acompañen lo que escribo.
Las fotos de mi vida exhiben un tamaño inadecuado
y los neologismos, me visitan con la misma asiduidad
que mi admiración por los clásicos.
Ayer comprendí, con retraso, como siempre,
que soy más público de lo que creía,
y releí todas mis entradas
(más entradas, más viejo, como yo)
con intención de censurarme por si acaso.
Es igual,
mi blog es feo y punto.
Si además empiezo a censurarme,
entonces más valdría formatear mi disco duro,
y empezar de nuevo
en otra parte.
Allá usted que lee.

historias de otros con mi nombre II

La larva blanda, hinchada de egoismo,
deformada por líneas carcelarias,
estira y estira ocelos y mandíbulas;
camina,
turge,
mastica hoja a hoja,
el árbol del futuro;
se empacha de savia y de futuro,
vomita y excreta futuro digerido,
restos inútiles del porvenir,
secuestrando el anhelo en sus tejidos,
engordando a base de días venideros escogidos,
esperando un invierno definitivo
para forjar un presente a base de hilo y equilibrio.
Y el frío, ridículo y adelantado,
indescifrable,
la sorprende, gorda de deseo,
congelada en ese anhelo alimentario,
seca e impotente, inútil
para vivir la primavera.

historias de otros con mi nombre I

Y esa noche, por fin, el plancton
encontró su medida de nácar, su forma perfecta,
su geometría adiestrada de tiempo,
cabizalta, sonora,
escudriñada en la sombra pasada,
en su nostalgia aletargada,
en la rosa de los vientos escogida.
Venía lúcida y esclarecida,
inalcanzable para los minúsculos pseudópodos
que tocaban la luz filtrada de la vida.
Extrañó los nuevos colores y,
como buscando en sí un órgano sensorial
para sentirlos,
se bañó en el flujo salino del mediodía siguiente...
... y se agrupó como el primer ser viviente del planeta.
No sirvió apenas para nada.
Pasó la noche, pasó el día,
y la corriente le hizo de nuevo
pasto de ballenas innombrables.

lunes, 1 de octubre de 2007

fractura

Informe de la autopsia.
Sujeto de constitución física regular,
dentro de la media;
edad aproximada, entre 30 y 700 años;
color grisáceo que cambia según la exposición al sol;
sin heridas externas observables;
sin historial de genéticas u otras hereditarias;
algunos signos de desnutrición;
algunos signos de envejecimiento prematuro;
algunos signos de vida.
Pese a la falta de anomalías expuestas,
el sujeto podría acarrear hábitos poco saludables
como factores de riesgo añadidos,
pero,
sorprendentemente,
la causa de la muerte
es la fractura de un órgano vital.
Se reseña y se aportan pruebas
dado el carácter extraordinario de este tipo de fractura
impresa en tejido blando;
se predice, como explicación del suceso,
un endurecimiento del órgano previo a la fractura.
Se desconoce la capacidad funcional actual
del órgano con vistas a un trasplante.
Fin de la autopsia.