lunes, 26 de noviembre de 2007

(...)

No son horas.
Nunca son horas.
Así que paseo mi lengua por la cima
del helado de lo inadecuado.
Con una mano, añoro
un movimiento tenue hacia la madrugada.
Con la otra, dibujo
siluetas en el aire que recuerdan a una boca.
Heráclito resulta rutinario
mirando impertérrito,
seco como yesca
y, sin embargo,
yo con un cambio
soy una especie nueva
que mira al río
y se alegra
al ver pasar la hoja amarilla,
hinchada como un barco del otoño,
suspendida sobre la costra de agua de un río
diferente a cada instante,
a cada hora.
No son horas.
Nunca son horas cuando se marcha aguas abajo
mi pequeño otoño de cementerio.
Ni cuando despierto, de puntillas como un duende,
a un animal de azúcar y planetas,
a un amanecer de luna en el océano,
a una ráfaga de pan,
a un refugio de colores extraviados,
y abre los ojos al otro lado de la ciudad en la que vivo
la cítara que rompe los segundos.

domingo, 18 de noviembre de 2007

curioso ejercicio

En una de mis clases
me han pedido crear 3 personajes
a partir de la misma ropa y complementos.
El primero es mi contrario,
todo lo que no soy,
todo lo contrario de lo que soy.
El segundo es el contrario del primero,
pero no soy yo.
El tercero es uno diferente a los dos primeros.
He tenido que hacer una lista de lo que soy y una de lo que no soy.
Me he racionalizado en un grupo de adjetivos....
Ninguna de las dos listas era buena o mala.
Curioso ejercicio.
¿Alguien prueba?

viernes, 9 de noviembre de 2007

interiores I

Tu nombre empieza por Arte.
Es poca cosa un nombre cuando define, o trata de definir,
a un ser de carne y hueso.
hoy es un día de Beatles y de desempolvar
una guitarra,
de esgrimir como un colapso
la carcajada que un bastón doblado
por el peso de un ser insignificante
hizo torcer mi destino hasta hacerlo camino por recorrer.
Hoy es un día para beber en copas de ayer,
para sacarle el color a una pared muerta,
a un rostro que conozco,
para frotar tu nombre contra el mío
a ver qué pasa,
a ver si invento algo algo tan útil como el fuego,
como la lámpara mágica de mil y una noches desvalido,
como el aroma de las plantas que me gustan.
Hoy es una noche de lazos y luciérnagas perdidas
en el mismo amanecer de luna que no volveré a contemplar,
que no contemplo,
que había olvidado...
Qué más da tu nombre, yaces lejos,
como todo.
Mi contorno es un desierto de lava
visitado por el yo que era hace tiempo,
un paisaje lunar de espejos que se ríen,
una camisa de fuerza en el ocaso.
Hoy es un día de romper las leyes de la química
de reordenar los elementos a tu antojo,
y sin embargo,
es un día cualquiera
en el que dibujo con letras mi frontera.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

biografía de una luz

Nació con un estallido de fósforo minúsculo
que haría bascular un mundo de cristal en miniatura.
Creció durante una vida
que serían segundos para un viejo sentado en el banco de un parque.
Durante ese tiempo aprendió el sabor del oxígeno
y la madera de abedul,
y descubrió los miles de matices de color
que tenía la habitación donde se encendió:
el sofá color otoño dorado,
el trozo de cereza olvidado en la mesa,
el cojín azul,
el reflejo de lo que podía ser un pez y no lo era...
En su madurez, se hizo útil
y dio su calor para alumbrar el vestigio de un placer,
y tuvo descendencia con una barrita de incienso.
Su vida se apagó con un golpe de viento provocado,
y su recuerdo se dibujo como un humo en la noche.

sábado, 3 de noviembre de 2007

k.465

Todavía me parece mentira
que tu nombre se me vaya a escapar entre los dedos
tan líquida como pareces
a la luz crepuscular y artificial de una bombilla.
Si fueras la primera,
el buque insignia de este pre-sentimiento,
la bandera de colores imperfectos que sostengo,
la onda expansiva de una piedra lanzada al lago sin malicia,
me sentaría a tu orilla apenas sin respirar,
como si no estuviera realmente aquí plantado.
Dejaría pasar este momento
como se deja al sol cada día que se acueste,
como se deja brotar la primavera,
como se deja el pan sobre la mesa.
Pero escucho tu nombre
y dibujo dos planetas en tu rostro,
enormes y portadores de vida inteligente,
y el bisturí de la ignorancia
deja paso a un mar de semillas escondidas,
y me parece terrible,
como un sol que no existe de repente,
que tu nombre pase a mi lado,
como sé que pasará hoy o mañana,
y mis dedos no bailen con el hilo que podría
sanarme para siempre.

jueves, 1 de noviembre de 2007

contrastes

Tengo que acostumbrarme a vivir frente a tu espalda.
Subo la cuesta del Gólgota taciturno y con enigmas,
con fardos de toneladas y dolores articulares varios,
y los segundos que me asedian en la nuca
como una jauría de "perros apagados",
incandescentes aún del último suspiro.
Alguien construyó hace un par de siglos
el templo para el arca donde duerme la belleza,
la nalga donde descansa el beso que aún no he dado,
el heredero perfeccionista de Dédalo y su hijo bastardo,
y me acompaña cabizbajo silbando su salmodia,
helado, como yo, bajo un frío descalzo que no pesa
pero remite la luz a un par de meses al año.
Habito en la suavidad que te visita
mientras mis pies me permiten seguir hacia la cima
y el oxígeno se vuelve un enemigo,
y ya no importa sino el ritmo y una bolsa de plástico en la nieve.
Todo se mezcla en una mueca que recuerda al optimismo,
como la fotocopia de una sonrisa
que preserva el original en un cajón por si acaso.
Algo será verdad de todo esto.
Algo habrá más allá si tu espalda no es suficiente.
Algo habrá allá arriba si sigue subiendo la espuma
de la cerveza de malta maldita
destituída en invierno por el vino.
La comunión de la risa con la nada
es un contraste impenetrable que conozco
como los surcos arados en mis manos.