jueves, 26 de marzo de 2009

microbio al sol

Vendrá el sol una mañana
y el microbio irá estirando
sus patitas de lana
deshaciendo el abrigo espora,
la bolsa de complejos,
la manilla del reloj inservible del invierno.
Se lavará la cara en un cuenco de jugos nutritivos
preparado para el cambio,
el definitivo instante luminoso y caliente
que le reconcilie
con cada mutación.
Vendrá el sol tarde o temprano
pelando la cáscara de un mundo microscópico
de puntas de aguja
de cristales
de soledad.
Creer lo contrario es no creer en nada
dejando que las larvas sueñen sólo con anzuelos.
Asomarse al alba a la ventana
sabe a café con ceniza,
a nubosidad variable
y dientes afilados bajo el carmín de unos labios.
He tirado hace mil años de la anilla,
cuento hasta diez
y cierro la ventana.
.

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