domingo, 27 de diciembre de 2009

apuesta

Antes de los inventos
habríamos pintado en nuestra caverna
la telegrafía sin hilos
con dos líneas rojas de tu sangre
y dos líneas negras de mi esperanza.
Como hoy y cada instante
te encuentro sin buscarte
como si fueras aire, o pan, o fuego,
no puedo pedir licencias, ni clemencias,
ni velos, ni eclipses, ni destellos...
Me siento al mismo tiempo maldito y bendecido.
Arrojado fuera del paraíso,
Adán de nada
volando de la mano
de Eva en ave migratoria.
Con el sello indeleble de torturas olvidadas
cometidas por dictaduras razonables.
Con un pie en el perdón y otro en la huída,
enlodazado en un país de feas palabras esculpidas,
culpas exculpadas, verónicas de prueba,
escayolas derribadas, ojos sin su cuna orbital,
pendientes de una nada negra de alma negra
extrayendo explicaciones a la anemia.
Tengo al menos la certeza,
la verdad de vaso apurado hasta el vacío
de que no hay puja ni precio posible que me ahorque.
Que sigo y seguiré pagando contra todos,
una libra de carne, un reino, un tajo
en el vientre del día o de la noche,
un todoloquetenga, un cuadro que envejezca,
un doble o nada a Fausto, un toque de guadaña.
Así vengan arciprestes, cuchicheos o vacíos
saltaría de nuevo el precipicio
hasta que todo el anfiteatro enmudeciera.
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