martes, 29 de diciembre de 2009

reflexiones

Me abruman los nombres de los meses,
las fechas pasadas que atesoran
estancias, gritos,
larvas y lavas
que hablaron de ti a mi subconsciente.
El mágico incandescente entonces
era probablemente mi supraconsciencia,
una ola,
más que de deseo,
mordisqueando la orilla de la curva de tu espalda.
Si fuera anatomista,
todo llevaría otros nombres...
zona de miércoles, hipófisis de madrugada,
cíngulo de la sorpresa...
A veces hay todavía un olor a prohibido,
un vestigio de azafrán injusto,
un rayo helado que no termina de caer.
Pero estamos convirtiéndonos en lobos,
aullando a la luna cada día,
comiendo corderos sagrados entre risas
para crear un mundo nuevo,
un ansia nueva,
otro tesoro escondido que desenterrar.
Te lo dije...
sólo hay un sabor de ropa por el suelo
sólo te obligo y te obligo
a atarte a mi garganta
a correr desbocada a mi lado enseñando los colmillos
atropellando las falsas virtudes con orgasmos.
.

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