jueves, 9 de septiembre de 2010

Tú. Nadie más que tú
para llenar esta mazmorra de cuadros
y hacer callar el silbido ególatra
de la voz en la que cuento tanto cuento.
Tú eres una miel de vuelo jadeado
por el alma, a secas, de la Tierra,
un remolino de esperanza con sonido,
una huella errante del cariño,
un vilano por el soplo de un profeta despedido.
Tú eres el sol y ¿qué te importa lo que digo?
Tú eres el hueco enorme que no ordenan
mis renglones desperdigados en la noche.
Tú eres la cosquilla y el derroche
de un suicidio de amor no cometido.
Tú eres un poco de lo poco que bendice
a este mundo de catéteres ajados.
El son que nace y ¿qué te importan mis sueños apagados?
Eres el nervio del agua, la sal, el horizonte,
el punto único, el ámbar, el capricho
del dios de la belleza que se marcha,
la roca, el beso primigenio recibido,
la mirada regalada, el columpio de la pena y la alegría,
el grito, la rosa, la nostalgia, la fuga del pájaro cautivo
la plenitud y ¿qué te importa a estas alturas lo que escribo?
.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu, cantante de los cuentos, mago que saca de la chistera sueños hechos realidad a base de esfuerzo y valentía, biologo de la creatividad, improvisador de palabras q se meten por las rendijas de almas ajenas, espero que la melancolia no te agarre mas de lo que dura una noche en vela, y si lo hace que sea para hacerte cosquillas.