domingo, 26 de agosto de 2007

dos orillas



Desde mi orilla,
el sol acaricia cada tarde el mar que nos une y nos separa,
los barquitos se duermen mecidos por un vaivén de vals,
por un baile tranquilo que pica en el corazón más que en los pies.
Desde mi orilla,
uno mira al mar con catalejo
buscando una razón allá,
en la línea que deshace el camino recto
en una curva infinita de mujer.
Todos parten desde mi orilla:
los peces, los pescadores, los sueños,
los buscadores de fortuna, los que no tenemos ya un sitio a donde ir.
La nostalgia vive en esta orilla,
una melancolía maldita
de no haber aprovechado la última nave que partió a buscar el infinito,
allí, en tu orilla,
en tu bendita orilla
donde arriban cansadas las semillas,
los hombres y los náufragos
que, después de haber dado tumbos y tumbos por la vida,
olvidan el tiempo, como deshaciendo pieza a pieza un reloj de sol,
de ese sol que se marchaba cada tarde
a buscarte en la otra orilla.

No hay comentarios: