sábado, 31 de mayo de 2008

sin título

Esta mañana huele a paracetamol y presagios,
a día siguiente entre la niebla y los moribundos del campo de batalla,
a carta de ajuste, a agujas que perforan vinilos demodés
con el quejido helado de un bisturí monótono y reincidente.
Anoche, como tantas noches,
perdimos tantas guerras,
que hoy por la mañana rebotamos en el aire
con la inmensidad de trapo roto de una bandera
y su latido, apenas interrumpido
por el silencio mortal de lo definitivo.
Nos quedan recuerdos como una colección de sellos usados,
la decepción como un resto de vómito adherido a cualquier parte,
la firme intención de la nada y su bochornosa permanencia,
el aspecto de un cadáver reciclado,
la fina lluvia salmodiada por el pretérito como un insulto al porvenir,
y las fuerzas suficientes para seguir temblando
como la sonrisa vacilante de un tonto.
.

1 comentario:

glopika dijo...

este desánimo que me huele a nuestros amigos los panero, igualmente me asombra, me conmueve y me deja un regusto amargo en la boca, como de ceniza.

bsins